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Del cerdo hasta los andares: secretos del jamón ibérico

El jamón ibérico es uno de los tesoros gastronómicos de España. Conocido en todo el mundo por su sabor intenso, su textura untuosa y su característico aroma, es mucho más que un embutido: es el resultado de siglos de tradición, paciencia y conocimiento.

Pero para apreciar realmente este producto, es fundamental entender de dónde viene y qué lo hace especial. Todo comienza con el cerdo ibérico, una raza autóctona de la península, que se cría de forma extensiva en dehesas, donde se alimenta de bellotas, hierbas y raíces. Este tipo de alimentación, junto con el ejercicio que realizan al moverse libremente, es lo que confiere al jamón su característica infiltración de grasa y su sabor inconfundible.

Existen diferentes tipos de jamón ibérico según la pureza de la raza y la alimentación del animal. El más valorado es el jamón ibérico de bellota 100% raza ibérica, también conocido como «pata negra». A este le siguen el jamón de bellota ibérico (cruce de razas), el jamón de cebo de campo ibérico (alimentado con pienso y pasto) y el jamón de cebo ibérico (alimentado exclusivamente con pienso).

La curación es otro aspecto esencial. Un buen jamón necesita tiempo, y en algunos casos, hasta cinco años. Durante ese proceso, las piezas reposan en secaderos naturales, donde el clima hace su magia. Poco a poco, el jamón pierde humedad, gana en sabor y desarrolla esos matices que lo hacen único.

Saber cortar jamón también es un arte. El corte fino, casi transparente, permite apreciar toda la riqueza de sabores. Un mal corte puede arruinar una buena pieza, por eso siempre recomendamos disfrutarlo en lugares donde se respete el producto.

En nuestra tapería, el jamón ibérico es protagonista. Lo servimos recién cortado, con el punto exacto de temperatura para que la grasa se funda ligeramente en el plato. Lo acompañamos con pan crujiente, un buen aceite de oliva y, por supuesto, un vino que potencie sus virtudes.

Así que ya sabes: la próxima vez que veas una ración de jamón ibérico, recuerda que estás frente a una joya gastronómica. Respeta su historia, saborea su esencia y compártelo con quienes aprecian lo bueno.

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